lunes, 22 de febrero de 2021

 

Felipe el hermoso: de conde de flandes a rey de castilla

En 1505 partió de Flandes junto a su esposa Juana la Loca para hacerse cargo del gobierno de Castilla. Sin embargo, la muerte le sorprendió unos meses después sin darle tiempo para asentar un régimen que podría haber cambiado la historia de España

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Foto: Museo del Louvre


Felipe I de Castilla

Apodado "el Hermoso", Felipe I de Castilla (1478 - 1506) era  yerno de Fernando el Católico, con quién no pudo evitar disputarse el trono de Castilla.

Foto: Gtres


Alcázar de Segovia

En 1506 Felipe el Hermoso transfirió esta fortaleza al señor de Belmonte, uno de sus partidarios.

Foto: Gtres


Brujas

Este importante enclave comercial de los Países Bajos, fue el lugar de nacimiento de Felipe el Hermoso en 1478. Tras su muerte en 1506, su corazón fue enviado aquí para ser enterrado. En la imagen el ayuntamiento gótico construido en 1376.


Felipe el Hermoso, Conde de Flandes, retrato del maestro de Affligem, Joseph Sequence

Como príncipe soberano de los Países Bajos, Felipe el Hermoso era duque de Brabante, Limburgo y Luxemburgo, conde de Flandes, Hainaut, Holanda, Zelanda y Artois, y señor de Amberes y Malinas. Eran estas unas tierras de gran riqueza agrícola, manufacturera y comercial, repletas de prósperas ciudades y en las que se concentraba una nobleza que desde hacía decenios daba el tono a la vida cortesana de toda Europa. No es raro, por tanto, que Felipe mirara con cierto desapego el país del que provenía su esposa Juana, a sus ojos tan lejano como poco civilizado.

En su entorno se creía que “los reyes españoles van vestidos como campesinos, con trajes pesados y sin forma, anticuados y descuidados”. El primer viaje de Felipe a España le hizo cambiar su impresión, y a la muerte de Isabel la Católica se lanzó sin pudor a la conquista de su nuevo reino.

Foto: Toledo Monumental


Monasterio de San Juan de los Reyes, en Toledo.

Fue construido por los Reyes Católicos en 1476. En la Catedral de Toledo, Felipe y Juana fueron proclamados herederos de la corona de Castilla en 1503.


La infanta Juana de Castilla, retrato del maestro de Affligem, Joseph Sequence

Las relaciones de Castilla con Flandes se remontaban al menos al siglo XIV, cuando la lana castellana sustituyó a la inglesa como fuente principal de abastecimiento de la industria textil flamenca. A ello siguió la influencia cultural de los Países Bajos en la Península, en el dominio de las artes o la religión. Con todo, Juana de Castilla sufrió un fuerte impacto a su llegada a Flandes en 1496.

La riqueza de las ciudades, la suntuosidad de los vestidos, la misma libertad de costumbres de la corte, contrastaban con la austeridad en la que había sido educada por su madre Isabel. En una ocasión, por ejemplo, cuando su marido quiso besarla en público en la mejilla, según la moda francesa, ella se retiró con un gesto de repugnancia. Pero más tarde, cuando quisieron retenerla en España para que diera a luz mientras Felipe volvía a Flandes, Juana no cejó hasta volver al que consideraba su hogar.

Foto: Museo de Historia del Arte, Viena


Felipe el Hermoso Retrato atribuido a Juan de Flandes, Siglo XV

Pese a la leyenda de príncipe codicioso y marido insensible, Felipe el Hermoso dejó buen recuerdo en muchas de las personas que lo trataron. Así lo recoge el cronista Lorenzo de Padilla en la semblanza que trazó del soberano unas décadas después de su muerte. Naturalmente, Padilla destacaba en primer lugar su apostura: Felipe era “de alta estatura y abultado. Tenía muy gentil rostro, hermosos ojos y tiernos, la dentadura algo estragada, muy blanco y rojo. Las manos por excelencia largas y albas y las uñas más lindas que se vieron a persona”.

El vigor físico era otro rasgo visible. Según Padilla, Felipe era “muy diestro en todos los ejercicios de las armas, así con ballesta como con escopeta. Cabalgaba muy bien a caballo a todas sillas. Era muy buen justador, jugaba a todos juegos de pasatiempos y era más aficionado a la pelota que a otro ninguno”. Eso sí, sufría un enojoso problema en una pierna: “En su andar mostraba sentimiento algunas veces por causa que se le salía la chueca -rótula- de la rodilla, la cual él mismo con la mano arrimándose a una pared la volvía a meter en su lugar”.

Pero el príncipe flamenco sobresalía aún más, a juicio de Padilla, por su delicadeza de carácter. “Era muy amigo de sus criados –escribía– y muy afable a todos. Era templado en su comer y beber”. Y aunque reconoce su afición al galanteo, el cronista afirma que el rey sintió verdadero afecto por su esposa. “Quiso mucho a la reina; sufríale mucho y encubría todo lo que podía las faltas que de ella sentía acerca del gobernar”.

Foto: Archivo General de Simancas


Contrato matrimonial entre Juana y Felipe el Hermoso, 1495.

El enlace entre Felipe el Hermoso y Juana la Loca dio lugar a una suerte de encuentro de culturas. Los prejuicios y las sorpresas iniciales dejaron paso a una convivencia que se consolidaría bajo el reinado del emperador Carlos V.


Doña Juana "la Loca",1877, de Francisco Pradilla y Ortiz. Museo del Prado, Madrid.

Sobre las extrañas circunstancias en que se produjo la muerte del rey Felipe el Hermoso, en Burgos, contamos con algunos testimonios de la época. El 23 de septiembre de 1506, estando presente el prestigioso doctor De la Parra, el estado del enfermo revestía enorme gravedad. Así se nos cuenta: “Por la noche empezó a tener gran dolor en los costados, escupiendo sangre al amanecer, mientras empezaban a salirle manchas pequeñas, entre coloradas y negras, que los doctores llaman blatas, y que se extendieron por todo su cuerpo. Una gran infección se extendió por la lengua y paladar, inflamándose la úvula, perdiendo a ratos los sentidos y sobreviniéndole al tiempo terribles calenturas y largos estados de frío… El miércoles le sobrevino un frío aún más riguroso y después un sudor caliente harto copioso en todo el cuerpo, quedando como alienado y con sueño”.

El historiador zurita, por su parte, nos cuenta: “considerando las cosas que habían precedido y la naturaleza de la dolencia que le acabó la vida tan arrebatadamente, no se dejó de tener alguna sospecha que le hubiesen dado ponzoña, pero de esta opinión salieron los mismos flamencos sus servidores en cuyo poder estaba. Porque los físicos [médicos] que él traía… descubrieron la causa de su enfermedad, y se entendió haberle sobrevenido de demasiado ejercicio y de una reuma, de donde se encendió la fiebre de que muchos morían en el mismo tiempo en aquella ciudad”.

pocos personajes han sido tratados tan injustamente por los historiadores españoles de todos los tiempos como Felipe el Hermoso. La figura de este rey joven y apuesto, pero que durante su breve reinado fue visto ante todo como un extranjero, se ha convertido en poco más que un apéndice de algunos de sus más inmediatos parientes.

 Así, lo poco que se suele referir de él está siempre condicionado a la biografía de sus suegros Isabel y Fernando, los Reyes Católicos; a la de su padre, el emperador Maximiliano; o a la de su hijo, el emperador Carlos V. Y más que a ninguna otra, a la singular y llamativa personalidad de su esposa, Juana la Loca.

UNA BELLA HISTORIA DE CASTILLA !!!!!

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